Lo que aprendí del Ganges: una carta desde Rishikesh

Una reflexión personal desde el corazón del yoga y la espiritualidad

Queridos alumnos, amigos, compañeros de camino:

He venido muchas veces a India, pero esta vez, algo se siente diferente. Quizás es porque he aprendido a escuchar. A mirar. A estar.
Y en ese estar… el Ganges me está enseñando.

El Ganges me enseñó sobre el soltar

Nada en este río se queda estancado. Todo fluye. Las hojas, las flores, las cenizas, los deseos…
¿Cuántas cosas retenemos en la vida por miedo, apego o costumbre? Aquí, el río me repite cada día: suéltalo, hija. No tienes que cargar con todo.
Y en el acto de soltar, uno se vuelve más liviano. Más libre.

El Ganges me enseñó sobre la presencia

A veces me siento en silencio y lo escucho. No necesito música, ni noticias, ni distracciones. Solo él.
Me doy cuenta de lo poco que paramos en nuestro día a día a estar. A respirar sin prisa. A mirar el agua correr.
Aquí en Rishikesh, lejos del ruido mental, me acuerdo de mí. Me acuerdo de lo simple.

El Ganges me enseñó sobre lo sagrado

Para los locales, este río no es agua. Es madre. Es diosa.
Ver cómo la gente lo honra, cómo lo toca con respeto, cómo se sumerge en él con devoción, me recuerda que hemos olvidado lo sagrado en nuestras vidas.
El cuerpo, el momento presente, la naturaleza… todo puede ser sagrado si aprendemos a mirar con el corazón.

Y por último, el Ganges me enseñó sobre el inicio

Este retiro en los Himalayas no es solo una escapada. Es un reencuentro.
Aquí empiezan muchas cosas: una nueva intención, un nuevo ritmo, una nueva relación conmigo misma.
Y me emociona pensar que quizás, para ti también, este río puede marcar un antes y un después.

Gracias por leerme hasta aquí.
Gracias por acompañarme en este viaje.
Y gracias, siempre, por permitirte también vivir el tuyo.

Desde el corazón,

Bianca “koko”

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